Siento mucho la entrada anterior, espero que no la hayan leído. De hecho la acabo de borrar porque yo no la escribí, aunque parecía que fui yo, pero no. Pero fue mi culpa, no debí haberle dado el password a ella. Perp en la plática que tuvimos simplemente tuve la necesidad de darle el password de mi cuenta. Era el ambiente de la FIL, la forma en que me dijo que tenía mucho tiempo leyéndome, los detalles que hasta yo había olvidado que había escrito. ¡Hasta me leyó un poema que me sorprendió! No sé cómo me reconoció, dijo que me había visto en la sección de fotos alguna vez y que así me había identificado. Yo no sé si esto sea verdad pero ella fue la que se me acerco cuando subía las escaleras.
Yo no creo en el karma (y aquí viene el clásico "pero"), pero es que en cada FIL pasa algo parecido. Cuando era un niño e iba a la expo me la pasaba jugando, hojeando libros, tecleando con las computadoras que vendían software para niños. Uno de esos años cuando compré un comic de los simpsons y lo leía atentamente sentado en unos de los escalones de la entrada de la FIL, una niña de mi edad (tendría 12, 13 años) llegó y empezó a hablarme, de la nada, sin el mínimo aviso y yo le respondía secamente. Me dijo que a ella también le gustaban los simpsons, quería sacarme plática pero yo ni en cuenta. Aún así platicamos alrededor de cinco minutos, se despidió y yo seguí sentado, leyendo, asimilando un acercamiento genérico preadolescente. O algo así.
Pero hasta hoy, por más encuentros, sorpresas, aproximaciones que he tenido, nunca me había sucedido algo tan extrañamente armónico. Hasta me dió su página en diaryland, a la que acabo de verificar su inexistencia Pinkmotive.
Al principio pensé que era una broma o un maltentendido, pero lo decía con tanta seguridad y sinceridad que rápidamente descarté mis especulaciones. Fue instantáneo, predestinado, memorioso. Ella dijo que una vez había platicado con ella por messenger, pero yo no recuerdo tal plática, aunque le dije que sí, ni si quiera tengo su correo entre mis contactos. Pero en ese momento qué me importaba, tenía a una chica que parecía conocerme de pies a cabeza y que me hablaba al alma.
No recuerdo cuál fue su pregunta, estaba bastante aturdido, pero no fue difícil darle mi password, ella me dió el suyo, supuestamente. En cuanto nos besamos se fue rápidamente, como si no hubiera pasado nada. Sorprendido, yo caminé hacia mi destino en la FIL, girando mi cabeza de modos extraños, mirándola partir, como en un sueño en el cual, hasta el peor cuentista puede crear la más sorprendente ficción jamás contada. Aunque ésta haya sido contada un millón de veces, de mil distintas maneras, en cientos de lugares diferentes, con decenas de lugares comunes, con el mismo resultado. La luna llena.