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14 de mayo de 2014

Elecciones

Y le pregunté:
¿Entonces, no quieres conocer la
experiencia de elegir y ser elegida?
Ser elegida, por ejemplo, por una
educada hoja desprendida
de la rama de un árbol-libro,
elegida como reina de una casa-estar
con su metro y medio cuadrado
de Taj Mahal de jardines:
tíralos y construye un alma.
Ser elegida y elegir con total
y absoluta vocación electora
la posición de un 1 junto a otro 1,
tomar la inexorable decisión
del compás y el trazo,
abrazar la orden frugal
de la aquiescencia,
despertar al trigo y al maíz
por las mañanas para darles
(su debido desayuno de bocas)

¿O es que acaso deseas siempre
perseguir al escurridizo fauno
que se esconde en estos -bosques-
catedrales-ciudades-oficinas-
en las antípodas de tu vida?
¿No quieres con suave indiscreción
sucumbir ante el relámpago
que jala tu brazo hacia el pasamanos
para subir y despejar tu frente
de las malas memorias?

Y dijo, con sus ojos llenos
de eso que siempre se llenan los ojos:
"Tengo miedo de no sentir esto
tan fuerte por alguien más".
Pero escoges la luna que no refleja
la montaña sin eco,
la piñata sin colaciones
el verso que no rima,
la escalera sin segundo piso,
la falsa venida de un salvador:
corres tras el mismo sueño de Pigmalión.

¿Entonces, no quieres conocer la
experiencia de elegir y ser elegida?
Elígete.

1 de mayo de 2014

Que sean niños los niños

Que sean niños, y no clientes de las compañías de celulares, o vendedores de rosas en los bares, o estrellas descartables de la televisión.

Niños, no limpiavidrios en los semáforos, o botín de padres enfrentados o repartidores de estampitas en los subtes.

Que no sean niños soldados, los niños. Que sean niños los niños, simplemente. Que no sean foto de un portal pornográfico. Que no sean los habitantes de un reformatorio.

Que no sean costureros en talleres ilegales de ningún lugar del mundo.

Que sean niños los niños, y no un target.

Que no sean los que pagan las culpas. Los que reciben los golpes. Los bombardeados por publicidad. Que sean niños los niños. Todo lo aniñados que quieran. Todo lo infantiles que quieran. Todo lo ingenuos que quieran. Que hagan libremente sus niñerías.

Que se dediquen a ser niños y no a otra cosa.

Que no sean los que no juegan, los acosados por las preocupaciones, los tapados de actividades.

Que sean niños los niños y se los deje preguntar sin levantar la mano, formar filas torcidas, llevar alguna vez la Bandera no por ser mejor alumno, sino por ser buen compañero.

Que sean niños los niños y no los incentivados con desmesura a consumir todo lo que saca el mercado.

Que sean niños, y no los que aspiran pegamento en una esquina o fuman paco en la otra, tan de nadie, tan desprotegidos.

Niños, no nombres que tienen que rogar por recibir el apellido paterno o la cuota de alimentos.

Que sean niños los niños.

Y que los niños sean lo intocable, que sea la gran coincidencia en cualquier discusión ideológica; que por ellos se desvelen los economistas de todas las corrientes, los dirigentes de todos los partidos, los periodistas de todos los medios, los vecinos de todas las cuadras, los asistentes sociales de todas las municipalidades, los maestros de todas las escuelas.

Que sean niños los niños, y no el juguete de los abusadores.

Que sean niños, no "el repetidor" o "el conflictivo" o "el que nunca trae los deberes".

Niños, y no los que empujan el carro con cartones.

Que sean niños los niños, simplemente.

Que ejerzan en paz el oficio de recién llegados.

Que se los llame a trabajar con la imaginación o con lápices de colores.

Que se los deje ser niños, todo lo niños que quieran.

Y que los niños sean lo importante, que por ellos lleguen a un acuerdo los que nunca se ponen de acuerdo; que por ellos se dirijan la palabra los que no se hablan, que por ellos hagan algo los que nunca hicieron nada.

Que sean niños los niños y que no dejen de joder con la pelota.

Que sean niños en su día. Que lo sean todos los días del año. Que sean felices los niños, por ser niños. Inocentes de todo lo heredado.

Por Mex Urtizberea
Para LA NACION.

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