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26 de agosto de 2009

Atardecer

Dime dónde, a qué hora
en qué terrible mañana
en qué recuerdo abatible
en qué afilada frecuencia
tu voz despierta horas

dime dónde existes, aldeana
en qué puesta de sol cubres
bajo qué jardín colgante alabas
entre cuántos seres miopes
dictas tu lectura braile

en cuál sabor a sal, a ola
bajo qué ser, bajo qué secreto
será el índice de tus páginas
de revolucionada ecología
marea de reciclados versos

dime qué estrellada sílaba
esconde tu ciego nombre
en qué acento el beso minutero
recorrerá fiel tu cuello
siguiendo segundo a segundo

dime dónde la espera no es
póstuma, homenajeada, lastre
de vidas demasiado serenas
demasiado sordas sustantivas
suponiendo que se habiten

dime dónde estas ganas de amar
pueden poner aches a ogares,
dónde los ecos comen ecos
lacustres encantos amarillos
a punto, en la hora del ocaso.

Hablan de amor

Hablan de amor

Hay quien ha venido al mundo para enamorarse de una sola mujer y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella. José Ortega y Gasset

Si amas sin despertar amor, esto es, si tu amor, en cuanto amor, no produce amor recíproco, si mediante una exteriorización vital como hombre amante no te conviertes en hombre amado, tu amor es impotente, una desgracia. Karl Marx

Si una persona ama sólo a otra y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es amor, sino una relación simbiótica o un egoismo ampliado. Erich Fromm

Si esperamos a ser perfectos para amarnos a nosotros mismos, perderemos la vida entera. Ya somos perfectos, aquí y ahora. Louise Hay

Siempre pienso que la mejor manera de conocer a Dios es amar muchas cosas. Vincent van Gogh

Ama a una nube, ama a una mujer, pero ama. Théophile Gautier

Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor. Tácito

El ser inmóvil mueve como objeto del amor, y lo que él mueve imprime el movimiento a todo lo demás. Aristóteles

23 de agosto de 2009

Venus

Entró lentamente. No se había sentido tan nerviosa desde aquella vez en que había ido con su ex novio Eduardo al motel con camas de agua a las afueras de la ciudad. Pasó junto al mostrador sin mirar al vendedor. Los ruidos de los coches y los pasos de transeúntes eran un eco cada vez más triste en la lejanía. La luz no derrotaba a los vidrios polarizados junto a la puerta. El ambiente sombrío y los neones del lugar intensificaban la apariencia onírica. A su izquierda colgaban una serie de variopintos artefactos para proveer placeres recónditos tanto a hombres y/o mujeres. El olor a plástico le recordó a las muñecas con las que jugaba cuando era niña.

Pasó por el pasillo de la ropa: lencería, ligueros, bikinis, zapatos, disfraces... Algunas parecían ser parte del guardaropa cotidiano de las amigas que no tenía. Recordó también cuando Eduardo la había sorprendido en su recámara y le preguntó si ella tenía ropa sexy. Pero francamente, ella nunca había comprado ese tipo de prendas. No es que nunca lo hubiera deseado, pero siempre sacaba un pretexto para no adquirir atuendos más provocativos. Y luego, ¡qué pasaría si en su casa la descubren con esos trapos que no tapan nada!

Llegó por fin a la sección de películas. Se sabía observada por el vendedor del local y por un cliente que fingía hojear las revistas porno, un señor de por lo menos cuarenta años y una pensión que pagar a su ex mujer. Al estar frente a ese amplio catálogo de filias grabadas en video, su desconcierto aumento un poco. ¿En realidad qué era lo que la excitaba? Al menos, hasta este punto de su vida, sabía lo que no. Cuando Eduardo la obligaba a mirar películas con mujeres tocándose o parejas cogiendo en lugares públicos, ella mejor pensaba en otra cosa. Su mente volaba a otro lado mientras su cuerpo era inercia pura junto a los movimientos de Eduardo. En esos momentos se sentía muy lejos de lo inmediato. Buscó en la sección hétero. Miró la portada de algunos DVD y leyó otras tantas contraportadas. De repente, una chispa ahogó sus ojos. Recordó por qué estaba ahí. Decidida, caminó hacia la salida, mirando de reojo al hombre que ahora se dirigía a las películas que ella había consultado pero con un paso seguro hacia la caja. Se paró de súbito y vio los ojos intrigados del empleado quien no porfió palabra alguna. Entonces, ella juntó sus manos como quien está por comenzar una plegaria, abrió los labios y sentenció:

-¿Tiene películas... donde las personas... hagan el amor?
-Tenemos softcore. Sexo no explícito. Más tranquilo, si eso es a lo que se refiere.
-¿Pero... hacen el amor?
-Por supuesto que cojen. Todas las películas que tenemos son así. Si no, ¿para qué venderíamos películas? Si lo que quiere son películas románticas váyase al blockbuster.

Se volvió a mezclar entre la gente. Ésta es la quinta tienda en la semana. Se cubre con las manos la cabeza, comenzará a llover, olvidó su paraguas en casa.

14 de agosto de 2009

El alma, mi reino

El alma, mi reino
y herencia
mi cuartel y encrucijada
mi luna llena
almohada,
el pozo del cual beben
amargos tragos
a sorbos
el laurel de mi ventana
la poca cosa
la transparencia
la porción milimétrica
dividida y transmutada,
la metamorfosis de
mis actos, omisiones y paros,
la puta más cara del pueblo,
la bicicleta prestada,
el universo que guarda la galaxia

Mi alma, jugada a los dados,
aniquiliada en los bosques,
el último mensaje que ha
llegado a tu e-mail,
mi ración de bondad innata
mi defensa y radar,
la carnada de los tiburones,
el polo opuesto de lo indeterminado,
inconcreto, irremplazable entre
los irremplazables,
el último de los jubilables,
la melodía que tararean
los heraldos negros,
la áspera textura
de mis cuentos

Mi alma, la hipotética
tesis de otros mundos posibles,
la teorización del encanto
a la cuarta potencia,
la ingenua idea de un Caín
que junto con Abel siembran
hombro con hombro
hambre con hambre
la colección de las
memorias de sus padres
en un álbum fotográfico
cultivado día a día
hasta su sencilla muerte
reencarnada en una semilla:
el alma, mi reino.

5 de agosto de 2009

Lo que pasa es que no sabes

Lo que pasa es que no sabes. No sabes aún cómo te despertaré por las mañanas sin ropa, sin las angustias que hoy te desvarían. No te das cuenta todavía que mis besos saben a remedio infalible contra el mal sabor de día. Haremos un ecosistema con tu boca y la mía. Te deparán tardes con muchas risas y no pocas fotografías, miradas sarcásticas para expulsar todo aquello que huela a fúnebre vida. La buenaventura de conocer las recetas para cocinarte entre tibias almohadas.

Parece que no sabes, pero ya lo presientes. Que estos días nublados y con mucha lluvia no pueden ser eternos y que tarde que temprano apareceré montando una estrella cosida con trozos de deseos pedidos a cometas. No desesperes mi amor, no desesperes. Si ahora sientes este dolor es para que cuando llegue yo, esa historia gris se convierta en un libro sin tapas en tu biblioteca más personal del mundo.

Llora vida mía, ¡llora! Limpia con tus lluvias el camino para llegar a ti. Llora, con dignidad y alegría. Los cristales en tus ojos serán las ventanas que un día defenderán nuestro hogar. Cargo puertas ligeras, tan fáciles de abrir como tus labios húmedos. No habrá nunca espejos rotos en la alcoba, sino agua clara en el estanque del alma.

No sé cuántos días hagan falta para evidenciar en tu ser, mi existencia. A veces dices que soy un fantasma que nunca llegará a formalizar con carne su esencia. Otros días crees verme dando vuelta por la esquina o entre la multitud rígida que cruza la calle. Como ojos que te persiguen desesperados, siempre buscando. Así también crees percibir mi aliento cuando con conformismo besas a otro cualquiera. Pero no soy yo. Te das cuenta cuando las hojas cambian de color pero tus dedos siguen jugando solos a tocar el piano de tus heridas.

Lo que pasa es que no lo sabes. Que he perdido ya las millas de viajero infrecuente, que mi punto de destino no es una barca estable en el muelle, un oasis escondido en la ciudad o una isla alrededor de las montañas. Las millas que yo viajo, son tus sueños, tus bostezos y tus complacencias. Te conozco, bien que te conozco al levantar la mano lentamente y pedir la cuenta; al mirar a veces con dicha y a veces con desgano la mañana que se te presenta repetida, como película sabatina; te reconozco cuando asumes con tus ojos el universo que de ti nace, que de ti desciende, que en ti confía. ¿No ves como cada uno de tus errores multiplicados no llegarán nunca a ser los panes que devuelves a la vida?

Como una ola que pretende ser el mar, como una sinécdoque desgastada a la orilla de algo que no sabe bien qué es pero avanza: seré yo tu banco de coral, el rompeolas dulce fabricado por la ingeniería hidráulica en pos de tu ímpetu que no tiene fin, que destruye embarcaciones y hunde a naúfragos como a botellas.

Te doy tiempo. Te doy caridad. Me doy a ti. Toma a esos discípulos que sin verguenza te añaden adornos, te pintan recuerdos tristes en el balcón y te ponen una máscara sintética. Pero cuando llegue el día, sabrás pues que esa máscara no eres tú y la tirarás al vacío y verás que el tiempo gira hacia todos lados. La felicidad que en ese instante surgió intercambiará todos los males por bienes a ratos. Me doy a ti.

Lo que pasa es que no lo sabes, quizás nunca lo sepas.

1 de agosto de 2009

Encargo

Ezra Pound

Vayan, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
vayan también al desquiciado, al esclavo de las convenciones,
lléven mi desprecio hacia sus opresores.
Vayan como una ola gigante de agua fría,
lleven mi desprecio por los opresores.

Hablen contra la opresión inconsciente,
hablen contra la tiranía de los que no tienen imaginación,
hablen contra las ataduras,
vayan a la burguesa que se está muriendo de tedio,
vayan a las mujeres de los barrios residenciales,
vayan a las repugnantemente casadas,
vayan a aquellas cuyo fracaso está oculto,
vayan a las emparejadas sin fortuna,
vayan a la esposa comprada,
vayan a la mujer comprometida.

Vayan a los que tienen una lujuria exquisita,
vayan a aquellos cuyos deseos exquisitos son frustrados,
vayan como una plaga contra el aburrimiento del mundo;
vayan con su filo contra esto,
refuercen los sutiles cordones,
traigan confianza a las algas y tentáculos del alma.

Vayan de manera amistosa,
vayan con palabras sinceras.
Ansíen el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien,
opónganse a todas las formas de opresión.
Vayan a quienes la mediana edad ha engordado,
a los que han perdido el interés.

Vayan a los adolescentes a quienes les asfixia la familia...
¡Oh, qué asqueroso resulta
ver tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como un árbol viejo con retoños
y con algunas ramas podridas y cayéndose.

Salgan y desafíen la opinión,
vayan contra este cautiverio vegetal de la sangre.
Vayan contra todas las clases de manos muertas.

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