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23 de diciembre de 2005

Azulejos amarillos

A lo mucho eramos ocho los presentes en aquel público, pero a la vez privado concierto. Claro, ocho y el intérprete. El olor de la tierra de las macetas recien regadas flotaba por el aire. Todavía goteaba desde algunos canceles de los pisos superiores el rocío enterregado.

El azulejo amarillo del piso a pesar de mojado, lucía seco, desgastado por el sol, sin brillo ni intensidad, pero sostenía nuestros cuerpos de tal modo que no nos hundieramos ante la belleza del violín de Oskar. Él es un estudiante de no me acuerdo cuál país del este de Europa, que vino a la ENM de la UNAM. Es tremendamente pálido y rubio. Yo también soy estudiante de la UNAM, nomás que soy de Guadalajara, allá no hay la carrera de Arqueología, por eso me vine para acá.

Yo de música no sé nada, nomás que me gusta. Tampoco soy de los que escuchan óperas o las canciones que ponen en la radio las 24 horas de música clásica. En Guadalajara hay como dos estaciones así, en el DF más. Digo, a mí me gusta de todo pues, pero nunca había escuchando tanta música instrumental hasta que Oskar se ponía a ensayar en su cuarto. "Suena muy chido" me decía mi novia cada vez que venía a mi casa y entonces abría las ventanas para escuchar mejor los lamentos sinfónicos de Oskar. Yo unía los dos actos como si dos palabras en el crucigrama se cruzaran accidentalmente. Miraba a Elisa caminar lentamente hacia la ventana, observaba el contorno de sus muslos y nalgas, imitando el vaivén de la música. Después regresaba corriendo a mi cama y la abrazaba.

Esta mañana era diferente. Yo me disponía a tomar un pesero para ir a la universidad. Doña Clotilde y su hija iban saliendo al mandado. Los demás eran estudiantes, porque este edificio es principalmente de jóvenes estudiantes extranjeros o de provincia (como nos dicen los chilangos). Oskar no hablaba español, por lo que todos pensaban cuando llegó que era gringo. Los del edificio le dicen el güero pero cuando lo he visto por el campus siempre lo llaman por su nombre.

Bueno, el concierto de esta mañana fue diferente. Cada vez que Oskar practica la gente apaga la tele, la radio y a veces hasta detienen todo lo que están haciendo para escuchar a Oskar. Eso me sorprendió en el DF, un lugar de caos y urgencia todo el tiempo. Quizá este rincón de la ciudad dejaba de ser el DF por una hora al día; la hora que Oskar ensayaba en su casa todos los días. A veces, cuando no salía de casa, duraba más tiempo practicando y nadie se enojaba y ni gritaba algo para callarlo. A diferencia de otras veces, esta mañana los ocho que estábamos en la casa caminábamos por los pasillos. Oskar nos había sorprendido fuera de nuestra habitación. La sorpresa pronto causó sopor entre nosotros. No sabíamos que hacer, si irnos a nuestros primeros destinos, regresar a nuestros cuartos, o simplemente esperar inmóviles. Todos esperamos. La rareza de la situación para nosotros y para Oskar convirtió aquel edificio en un escenario artístico. Desacostumbrados a compartir la música y no a escucharla solos siempre, ahora esta sorpresiva intervención estremeció nuestras almas.

Los azulejos amarillos no nos dejaron caer.

19 de diciembre de 2005

La última entrada del primer blogger

1999 fue la fecha de la primera entrada de un blogger o persona que muestra públicamente su diario en Internet. Aunque no fue el primer blog en Internet, ya que grandes compañías electrónicas usaban esta herramienta para publicar sus avances día con día, sí fue el primero en revelar información llamada "íntima" a un grupo mayor de dos personas con un alcance global nunca antes visto. El final de siglo estaba a la vuelta de la esquina.

La principal esencia de un diario antes de esa fecha, era su carácter privado. Muchas personas escribían en cuadernos o libros especiales para escribir un diario, que muchas veces incluía un cerrojo para evitar miradas ajenas. Es muy interesante saber que estas miradas "ajenas" no podían ser otras que las vinculadas más íntimamente con la persona autora del propio diario: su familia. No queremos interpretar que la obligación de cada persona de un diario es informar a su familia de todo lo que sucede en su vida o de los pensamientos e ideas que tiene, porque ahí radica la autonomía de cada individuo. Sin embargo, fue sorprendente divisar que una vez publicado el primer diario en español, en 1999 como ya dijimos, una gran cantidad de sujetos abriera sus ideas al exterior no inmediato, sino al exterior digital.

Otra característica intrínseca de un diario es que puede volver a ser consultado por su autor. Se escribe para no olvidar. Se trazan días que no quieren ser dejados al olvido por alguna razón. El sujeto conoce y sabe de su memoria y las fallas que mantiene. Además, el elemento catártico confesional que conlleva revelar, aunque sea a uno mismo, un hecho personal, estimula espiritualmente al creador de sus propias invenciones. "Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos" decía el escritor argentino José Luis Borges.

Una característica cultural de los antiguos diarios era su casi instantánea asociación con las mujeres. Sería inaudito pensar que sólo las mujeres escribían diarios, pero dentro de la consciencia del colectivo social debían existir diferencias en los términos utilizados para esta actividad. Mientras las mujeres escribían diarios personales los hombres redactaban bitácoras, aquí la definición:
Originalmente una 'bitácora' era un armario que tenían los barcos junto a la rueda del timón para guardar la brújula y otros instrumentos, entre los que podía encontrarse un cuaderno llamado Cuaderno de Bitácora donde el capitán del barco hacía un registro cronológico de las maniobras y decisiones tomadas a lo largo del día, pudiendo anotar datos relevantes como velocidad del viento, estado de la mar y otros datos relacionados con la navegación.

Los hombres no querían realizar actividades que socialmente eran propias de mujeres y cambiaron el término para la misma actividad, adoptando un término más viril y masculino culturalmente, por supuesto. Algo más significativo fue que el primer blogger fue hombre y no mujer. Los hombres han mantenido también una asociación social más cercana a la Informática que las mujeres. La mayoría de autores de diarios eran mujeres así como la mayoría de estudiantes en la carrera de Informática o estudios relacionados con las computadoras son hombres. O al menos eso yace en el imaginario de las sociedades modernas.

Mi colega Lisa Guernsey del New York Times, señala en el artículo El sexo de los weblogs que casi todos los weblogs que contienen enlaces a otros diarios, en su mayoría son vínculos a sitios producidos por hombres. Eso puede parecer una coincidencia pero Guernsey señala que las mujeres que fueron indetificadas por su diarios y leídos en la red escribían sobre su vida íntima, manteniendo así una relación histórica con una actividad escritual, mientras que la mayoría de los hombres escribían sobre otra cualquier cosa, menos sobre su vida íntima.

La antigua escritora de diarios, parece que ha mantenido una continuidad temática en su quehacer histórico sólo que ha quebrantado la principal esencia del diario tradicional y ha instaurado nuevos criterios en la elaboración de un texto íntimo. Quizá se ha dado cuenta que compartir para sí misma no ha sido fructífera como ella deseaba y ahora su verdadera autonomía se ha trasladado a otros ámbitos escritos o sociales. Quizá convive su antiguo diario junto con el digital en mútua o aparente armonía.

Mi experiencia como periodista en diferentes áreas de la cultura, me ha hecho ver a lo largo de más de 25 largos años toda una serie de sucesos que impactaron a la humanidad: guerras sangrientas entre países, ideologías extremistas, la apertura del mercado y la integración de países en vías de desarrollo a otras esferas económicas, premios Nobel, discordias internas, en fin toda una gama de hechos que un hombre común no podría vislumbrar. Me ha sorprendido pues, la enorme cantidad de personas que día con día escribe para otros que no sean sí mismo o por lo menos, la capa social inmediata en su hábitat cotidiano. Parece que merece ser reconocido por otro, en un punto geográfico que jamás será visitado, que jamás será asimilado, que nunca podrá ser vivido.

Mi labor periodística me ha llevado esta mañana a entrevistar al hombre que escribió su primer bitácora en línea, nos reunimos en un café. La semana pasada publicó lo que el llamó su Último día en la duela. Después de varios minutos y de explicarme cosas como la interactividad, inmediatez, entradas, tracbacks, gestores, comunidades, multimedia, alcance global, información mundial, lectores, fotoblogs, vlogs, audioblogs, RRS, interfaces y demás términos blogueros, le pregunté de manera punzante, o al menos así lo creí en ese momento, por qué dejó de escribir en su página virtual. Reservado, me respondió que por asuntos personales y no dijo nada más.

El chico me dio algo de pena. Tenía poco más de treinta años, un aspecto fantasmal y con un rostro inmutable. Cada gesto era frío, apático, como ya dicho. A decir verdad no sabía muy bien lo que le preguntaría, antes de la entrevista había leído unas cuantas anécdotas de su bitácora. Cualquier cosa que un paisano no hubiese hecho antes. ¿Por qué tenía un rating diario de mínimo mil visitantes? ¿Qué había en aquellas letras digitales de alentador, de reflexivo, de incendiario?

Estuve en mis primeros años como periodista en muchos conflictos de Centroamérica, con revolucionarios de Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Fueron tiempos agitados. En aquellos tiempos encontré varios diarios de papel entre balas y sangre. Hojear aquellos actos de fé y esperanza en la victoria sólo traían angustia pero también crueldad, pero mi labor periodística es la de informar y esas eran las mejores fuentes que un periodista puede tener.

Para ser sensato y a mi propio criterio, la última entrada del primer blogger, fue el primer día de su elaboración, allá en 1999. Porque, si me permiten decirlo, no hay mayor mentira que la mitad de la verdad y en su caso señor blogger, hay mucha tela de donde cortar.

12 de diciembre de 2005

Escribir por escribir

Escribir por escribir para saber que estás vivo.

Tu cara está como si hubieras llorado todo el día y toda la noche dijo casi riendo su esposo. Ella sólo miraba distraída el pequeño hueco que se había hecho dentro del cuento....

Es un agujero negro dijeron los astronautas. Y la nave desapareció tendida a merced del cosmos.

El sonido ese
de sol, de sano, de seno,
suena suave sobre los sonámbulos
ese sonido sabe resonar sensorialmente
ese sonido que siembra sabores
se soba y se bate
se va.

Se va la letra al escribir por un hoyo cuadrado, que a veces hace de piano y otras de resumidero.

Resumidero. m. Sumidero, alcantarilla.

Esta es la razón por la cuál, hoy día mundial, sin saber cómo ni por qué, el sonido ese dejó su sueño al hacer zzzzzz. Buenas noches.

3 de diciembre de 2005

Bienvenido, me han dicho...

Bienvenido en cada puerta, en cada ventana, en cada canción de autobús. A partir de mis posibilidades soy bienvenido a otras regiones de Guadalajara, a otras barrancas, a otras nubes.

Cada restaurante, cada local público, cada cabina telefónica espera mi presencia de hojalata. Soy actualizado en cada revisión, nuevas versiones emulan y trazan sujetos nuevos en una sola persona. Miradas antiguas recodean y recorren miles de horas en tan pocos minutos, saludos-adiós. Bienvenido seas pues, a este estrado con ascensores.

Dispersas están las anotaciones que emanan luces de horas. Bienvenidas montañas, bienvenidos cactus. La planicie viene bien. Y en el vientre mariposas y en la sien atardeceres. Cada habitación es una bienvenida, cada puerta: una entrada, una salida.

Seguí todos los caminos. Bienvenido a Roma. Seguí solo las laderas. No hay lugar donde no encuentre un artefacto que de viejo me regrese. Toda y cada cosa nombrada reside en su bienvenida. Viena influye en la ida, en los sueños-anagrama. Recintos que madrugan auxiliados por Dios.

Bienvenido, entre queridas penas ya aguardan la ocasión. Los pronósticos indican: no hay lugar en tal brecha, no hay zona más estrecha, esperad que abra el telón.

Hosco, el telón abre:
así comienza la función...

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