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28 de agosto de 2010

Una Iglesia en busca de la compasión

Roberto Blancarte
2009-03-17 (Milenio Diario).

Hay casos que muestran el agotamiento de un modelo de actuación o de una forma de pensamiento. El de una niña brasileña de nueve años, violada y embarazada por su padrastro, muestra claramente que la jerarquía católica no puede ya seguir proponiendo, de manera rígida e intransigente, que el aborto es un pecado y que quienes lo practican deben ser excomulgados. El caso de esta niña, a quien se le practicó un aborto en un hospital de Recife, en el noreste brasileño, razón por la cual el arzobispo del lugar, José Cardoso Sobrinho excomulgó a la madre de la niña y a los médicos que practicaron el aborto, es un claro ejemplo del callejón sin salida en el que se ha metido buena parte de la jerarquía. Callejón al que algunos otros jerarcas tratan de encontrarle desesperadamente una salida, basada en la compasión y en la caridad, virtudes cristianas por excelencia.

El debate es viejo. Tiene por lo menos 200 años, los mismos en los cuales la Iglesia se ha mantenido con una postura intransigente frente a los cambios en el mundo. Hay quienes creen que la única manera de que la Iglesia sobreviva será fortaleciendo la intransigencia eclesial, de manera que ante las tempestades temporales, la institución y su doctrina navegarán manteniendo el rumbo, sin que nada suceda. La idea de que la Iglesia es, además de una institución de hombres, una empresa divina de salvación, los ayuda a mantenerse fijamente en esa actitud, sin que les importe mucho lo que sucede alrededor. ¡Que se bajen del barco los que quieran, que se ahoguen los que no han respetado las reglas abordo, que se queden atrás los que no son puros! Otros, dentro de la misma Iglesia y en todos los niveles, se dan cuenta de que la Iglesia está en una profunda crisis, que ese navío con supuesto rumbo no sólo se ha desviado en medio de la tempestad, sino que se está hundiendo. Podría naufragar en cualquier momento. Mientras tanto, muchos se han ido y otros se niegan a continuar de la misma manera.

Algunos observadores, con mayor cinismo o realismo, podrían decir que no es éste el momento de mantener posiciones rígidas, sino de ofrecer descuentos. En el caso de la Iglesia católica, las rebajas se podrían poner todas bajo el anuncio: “compasión”. Algo así como: “Venga usted, pásele, aquí, en lugar de hacerle a usted la vida más dura de lo que ya es, le ofrecemos comprensión, compasión y caridad”. Pero no es así: convencidos de tener un producto que no debe ser ofrecido en descuento, en un mercado por mucho tiempo monopolizado, algunos jerarcas de la Iglesia siguen vendiendo la salvación a un precio muy alto, inalcanzable para muchos y muchas que tienen la desgracia de vivir en una realidad que los confronta a diario a todo tipo de abusos y violaciones, a veces por los mismos miembros de la Iglesia. Una institución incomprensiva que parece estar más preocupada por las reglas que por los seres humanos.

En el caso de la niña de nueve años, la policía presume que ha sido víctima de abuso desde los seis años. En Brasil el aborto está permitido en casos de violación y cuando la madre está en peligro. En este caso, las dos causales se cumplían, pues los médicos dijeron que el útero de la niña era tan pequeño que no podía contener a los dos fetos que tenía en su interior. Se sospecha que el padrastro también abusó de la hermana mayor de la niña, que tiene 14 años y es discapacitada. Ante eso, la única respuesta del arzobispo fue la excomunión de la madre y de los médicos. El propio presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, criticó al arzobispo de Recife por ordenar la excomunión de las personas involucradas en el aborto realizado a la niña de nueve años: “Los doctores hicieron lo que tenían que hacer: salvar la vida de una niña de nueve años. En este caso, la medicina tenía más razón que la Iglesia”. Luego agregó: “Como cristiano y católico, lamento profundamente que un obispo de la Iglesia católica tenga una actitud tan conservadora”.

El propio secretario general de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, la poderosa CNBB, tuvo que entrar al quite para atenuar las críticas, asegurando que sólo se excomulgaría a los médicos que lo practicaran de manera sistemática y que el arzobispo de Recife únicamente aludió a la norma, pero no excomulgó a nadie. La verdad es que los obispos del mundo han utilizado la excomunión como espada de Damocles e instrumento de castigo de manera alternada: tanto afirman que la excomunión es latæ sententiæ, como quien dice, automática, tanto señalan las varias razones por las que su aplicación no es absoluta ni inflexible. Por suerte, desde el Vaticano y de otras partes del mundo llegan buenas señales, pues ya algunos obispos, entre ellos algunos mexicanos, comienzan a flexibilizar sus posiciones, anunciando que la Cuaresma es una época del año en que incluso el aborto puede ser perdonado. El mismo presidente de la Academia Pontificia para la Vida señaló atinadamente que “antes de pensar en una excomunión, era necesario y urgente salvaguardar la vida inocente (de la menor) para llevarla a un nivel de humanidad del que los hombres de Iglesia deberían ser los expertos y los maestros”. Paradójico pero cierto: ahora el Vaticano les tiene que recordar a los obispos que tienen que mostrar algo de humanidad con sus fieles.

blancart@colmex.mx

15 de agosto de 2010

James Joyce

Jorge Luis Borges

En un día del hombre están los días
del tiempo, desde aquel inconcebible
día inicial del tiempo, en que un terrible
Dios prefijó los días y agonías
hasta aquel otro en que el ubicuo río
del tiempo terrenal torne a su fuente,
que es lo Eterno, y se apague en el presente,
el futuro, el ayer, lo que ahora es mío.
entre el alba y la noche está la historia
universal. Desde la noche veo
a mis pies los caminos del hebreo,
Cartago aniquilada, Infierno y Gloria.
Dame, Señor, coraje y alegría
para escalar la cumbre de este día.

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