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6 de febrero de 2006

Al menos en febrero...

Al menos en febrero intentaré llamar tu atención. Te mandaré mensajitos tontos por el celular, demostrándote cuán creativo puedo ser haciendo frases bobas.

Pasaré 28 días ingeniando mecanismos para oler más tus cabellos y sus fragancias musculosas. Verás las cosas ridículas que en tu honor ninguna Troya o Grecia hayan contado, como aquella tarde altanera en el mercado. Me las ingeniaré para hacerte suspirar como si gastaras olas por cada grano de arena.

Al menos en este mes sentirás que también puedo ser serio y que mi boca no sólo dice pocas cosas, sino frases que inchan mientras mis manos tocan. Este mes tus oídos no se cansarán de mis labios musitando tus raspones. Verás que sí.

En estos días, los más cortos del año no bisiesto, notarás como tu presencia influye cuando camino equilibrándome por la acera; como mis ojos leen tus ojos y los párrafos que esconden en su semántica.

Sin duda, al menos en febrero, los cafés por las mañanas no te despertarán tan rotundamente como el sabor de una almohada remojada en dos versos. Quedará en el acta, que febrero de 2006 será el mes más limpio y caudaloso en emociones, aún siendo un mes de invierno.

Y no es porque febrero contenga un día que muchos aprovechan para revivir viejas hazañas o ilusionar corazones ingenuos. El febrero que tú y yo crearemos derretirá a mares los chocolates seriados. Podríamos nombrar incluso con otros signos los días y con otras cuentas las horas. Al menos en febrero.

Los últimos días sabrás que la primavera no es una estación que gira en torno al sol, aunque en esos días las remanencias del futuro proyectado, borrarán ya un mes enmascarado de ficción y tulipanes rosas, como tus mejillas cuando sudan al portal de un viejo rito que mantiene los asientos vacíos.

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