No sé si ponerte un nombre, hablarte en singular o plural y esperar a que hagas tus apropiadas anotaciones. Yo, después, con otra letra y otro ritmo en mi escritura, añado comentarios pero siempre te das cuenta.
Inventé todo esto porque quería encontrarte. Ya había intentado antes pasar enfrente de tu casa con globos rojos. Caminaba por la calle mirándote a los ojos, buscando sacar una sonrisa de tus labios, mi tumba. ¿Acaso no sabes cuántas lápidas por ti?
Abrí todas mis páginas para que supieras por quien soy y no por quien aparento. Pero después de tantos hologramas, sabes que yo no puedo ser mis creaciones, que ellas son otros engendros que me imitan y me gritan ¡Adiós, papá! por las mañanas antes de marchar a la escuela.
Incauto, siempre ingenuo por develar un rostro, una pintura, arrojar los lentes al mar y salir huyendo como si la policía persiguiera bandidos en el periférico. Ahí, en el margen de error, conoceremos el resultado de tirar tantos ataudes.
Inventé todo esto porque quería encontrarte. Ya había intentado antes pasar enfrente de tu casa con globos rojos. Caminaba por la calle mirándote a los ojos, buscando sacar una sonrisa de tus labios, mi tumba. ¿Acaso no sabes cuántas lápidas por ti?
Abrí todas mis páginas para que supieras por quien soy y no por quien aparento. Pero después de tantos hologramas, sabes que yo no puedo ser mis creaciones, que ellas son otros engendros que me imitan y me gritan ¡Adiós, papá! por las mañanas antes de marchar a la escuela.
Incauto, siempre ingenuo por develar un rostro, una pintura, arrojar los lentes al mar y salir huyendo como si la policía persiguiera bandidos en el periférico. Ahí, en el margen de error, conoceremos el resultado de tirar tantos ataudes.
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