Pero dejar a un lado la presunción y sólo mirar a los ojos. Hacer a un lado la poesía y sólo mirar a los ojos. Recalcitrantemente adverbiado, sólo quiero mirar tus ojos.
Bajar el volumen de lo voluble e inviable. Descender por el iris hasta la retina, en donde una choza de paja construida entre miradas ausentes de ojos nos esperan.
Y entonces, aguardar a que cierre la choza su puerta a la vista, colibrí de parpadeos, aprobatoria del ciego. Última condicional bronceada de espacio blanco que flota como caricia esperada entre los cuerpos. Inevitable y dolorosa presunción poética.
Bajar el volumen de lo voluble e inviable. Descender por el iris hasta la retina, en donde una choza de paja construida entre miradas ausentes de ojos nos esperan.
Y entonces, aguardar a que cierre la choza su puerta a la vista, colibrí de parpadeos, aprobatoria del ciego. Última condicional bronceada de espacio blanco que flota como caricia esperada entre los cuerpos. Inevitable y dolorosa presunción poética.
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