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8 de noviembre de 2007

Sin producto no hay presencia


Cree a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado.
André Gide

La esperanza es el sueño del hombre despierto.
Aristóteles

Después de las últimas entradas podría pensar que la contestación más sencilla que podría recibir es el conocido refrán que dice: cada uno habla de la feria según como le va en ella.

Hoy no tengo tanto tiempo ni energías nocturnas para escribir una entrada larga. Sólo quiero comentar la versión del amor platónico que yo siento. Primero quiero decir lo que no es: no es un esquema o modelo de una mujer que reúna tales o cuales características físicas. Aunque sí hay factores físicos que me gustan en ciertas mujeres, siempre ha sido para mí más importante la compatibilidad espiritual, por llamar así a los gustos, intereses, metas, maneras de resolver los problemas, formas de acercarse al misterio, actitudes, y la total y completa humanidad alegre, humorística, noble y sencilla en sí. Esto no intenta ser una nota publicable en el periódico en busca de respuestas. No. Es ver claro, finalmente. Es una respuesta provisional para mí. Porque creo también, en el carácter provisional de las definiciones. Incluso la buena salud del amor platónico debe incluir elementos contradictorios, incompletos, deseables. Y si estos deseos se materializan, conforme a la histórica pero debatiblemente activa voluntad del ser, guardaré silencio hasta que sea necesario restituirme, una vez más.

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